Francisco Javier Cervigon Ruckauer


Espejo crítico para Dolores Vázquez etc.
(La señal de Jonás: Jesucristo).



Prólogo

O hay verdad o nada; o hay verdad o hay error. Trato aquí de la verdad lógica aplicada a la crítica del caso de Dolores Vázquez, no de la verdad ontológica o verdad fundamental, ni tampoco de la verdad ética, que expongo en otros libros (sin publicar). No tengo ni fábricas de alarmas sociales ni trituradoras (pre o post parto) para bebés. En esta ocasión simplemente se trata de un original tratado sobre la verdad lógica o verdad formal, pero ni es un tratado de Lógica ni trata de Lógica. La verdad lógica o verdad formal es la que suele ser tratada como es lógico y natural en los tratados de Lógica, que es la verdad tal y como se trata normalmente, pero aquí trato de esta verdad lógica solamente en cuanto hecho del conocimiento.
Dios no es su obra (la creación); hay dos tipos de seres: increados (Dios) y creados (criaturas); visto así hay dos tipos de personas: las que son Dios (tres Personas), y las que no son Dios. Pero desde otro punto de vista hay tres tipos de personas: divinas, humanas y angélicas. Las dos afirmaciones son verdaderas. Hay afirmaciones que no son verdaderas, y que se pueden difundir por diversos motivos, y una clase de afirmaciones confusas son una especie de “verdad” subjetiva que no tienen nada que ver con la verdad absoluta ni con la verdad relativa. Dejo aparte de momento la equívoca distinción entre verdad “objetiva” y “verdad” subjetiva, y otros tipos de distinciones, y comienzo delimitando de las tres acepciones fundamentales cuál es la que me sirve de lenguaje válido para dialogar críticamente con el espejo en compañía de Dolores Vázquez en cuanto ella es símbolo entendible (aunque sin importancia en comparación con otros del resto del sistema que sería mucho más laborioso por diversos motivos tratar de hacer comprensibles).

Acepciones aquí del término verdad

La verdad es una (Dios), pero no podemos ahora entenderla toda a la vez en un momento, tenemos que ir por partes, poco a poco, paso a paso. La verdad es una, pero la podemos ver reflejada en tres espejos. Si en el espejo no hay verdad, entonces hay: nada, error, o mentira. Voy a utilizar el término verdad aquí referido a tres tipos de espejos de la verdad (el segundo es el espejo para Dolores):

a) Verdad ontológica o espejo del ser (de las cosas y de la realidad):
o hay verdad o no hay nada.
b) Verdad lógica o espejo del conocimiento:
o hay verdad o hay error.
c) Verdad ética o espejo del comportamiento:
o hay verdad o hay falsedad.

a) Verdad ontológica. Es lo que las cosas son. O hay verdad o nada. Es llamada también verdad fundamental por ser el fundamento de todas las demás verdades o tipos de verdad. Propiamente no tiene contrario, sino contradictorio: el no-ser, que, al carecer de ser, no tiene propiedades, pero que, con el fin de conocerlo, le ponemos cierto ser, y de esta forma tenemos lo irreal. En el caso de las supuestas segunda inocente y la primera culpable Dolores Vázquez que conocimos, la segunda no es que sea la Dolores Vázquez verdadera, y la primera la Dolores Vázquez falsa, sino que la segunda es Dolores Vázquez, y la primera es una imagen irreal que simplemente no es Dolores Vázquez. Con el ejemplo del oro y del oropel, no es que el oro sea “oro verdadero” y el oropel “oro falso”, sino que el oro es oro y el oropel oropel (latón), el oro no necesita distinguirse en verdadero y falso porque el oro es el oro sin más. Lo dicho: o hay verdad o nada. Lo contrario (contradictorio) de la verdad ontológica es la falsedad ontológica: el no ser que parece ser.

b) Verdad lógica. Es la conformidad, ajuste o coincidencia entre lo que pensamos sobre Dolores Vázquez y lo que Dolores Vázquez y las demás personas y cosas son en realidad. Su contrario es el error (engaño a sí mismo, en este caso de verdad lógica). O hay verdad o hay error. Sus objetos son: las cosas y los juicios, tanto ajenos como propios. Verdad de la razón (logos), no de el ὄν (gr. ‘ser’) o del ethos.
· Si se trata de las cosas, la verdad será la adecuación, ajuste o coincidencia entre lo que pensamos sobre Dolores Vázquez y las demás cosas y personas conocidas por nosotros y lo que Dolores Vázquez y las demás cosas y personas son. Como las cosas y Dolores Vázquez y las demás personas están “compuestas” de esencia y existencia, habrá
verdades lógicas de esencia y
verdades lógicas de existencia.
Las verdades lógicas de existencia serán: la adecuación de la existencia de las cosas y personas pensadas por nosotros con la existencia real de las cosas y personas pensadas.
Y las verdades lógicas de esencia: la adecuación de la esencia de las personas y cosas pensadas por nosotros con la esencia real de las personas y cosas pensadas.
Ejemplo del primer tipo: “Dolores Vázquez existe” (de Dolores Vázquez pienso que existe); y del segundo tipo “Dolores Vázquez es persona”; el “ser persona” coincide con lo que nosotros pensamos que es “el ser persona”.
· Si se trata de los juicios, la verdad será la adecuación de lo que pensamos sobre los juicios con lo que los juicios son. Respecto los juicios, podemos decir lo mismo que para Dolores Vázquez y todo lo demás: puede haber
verdad de existencia (del objeto), es decir, si un juicio existe o no; y también
verdad de esencia, es decir, si un juicio es verdadero o falso.
Según esto hay dos tipos de pensamiento: pensamiento verdadero y pensamiento erróneo. El pensamiento verdadero es afirmar que lo que es es y/o que lo que no es no es.
El pensamiento erróneo consiste en afirmar que es lo que no es y/o que no es lo que es.
La esencia de un juicio no es ser;
la esencia de un juicio no es sólo ser, sino ser verdadero o falso
.

Es esencial, por tanto, la adecuación de lo que pensamos con lo que los juicios son, y la adecuación de lo que nosotros pensamos sobre las personas y las demás cosas con lo que las personas y las cosas son (como se ve identifico aquí personas y cosas con la realidad y no tengo en cuenta la distinción de X. Zubiri entre cosas y realidad).

c) Verdad ética. Es la conformidad, ajuste o coincidencia entre lo que pensamos (afirmamos o negamos mentalmente) y lo que decimos. Adecuación de nuestro comportamiento efectivo con los principios de comportamiento (lenguaje, gestos). La verdad ética propiamente hablando se llama veracidad, sinceridad. Su contrario es la mentira o falsedad (aquí no existe el error). Es la verdad del comportamiento humano. Es la adecuación de lo que decimos con lo que pensamos, la adecuación de la expresión de la interioridad con la realidad de la interioridad (veracidad).
Decir “juicio falso” está mal dicho, lo falso es ontológico;
decir “juicio erróneo” está bien dicho, lo erróneo es lógico;
decir “persona falsa” (que intenta engañar) es en sentido ético.

Voy a situarme en la verdad lógica para hacer una crítica del hecho del conocimiento en la actual sociedad de la información. Es necesario antes de nada entender por qué escojo esta palabra crítica y qué sentido le damos aquí teniendo en cuenta que no es una invención nueva sino que se ha utilizado siempre, aunque con distintos significados.



Introducción. ¿Por qué crítica?



I. Historia del nombre crítica

Actualmente el nombre crítica es de uso universal. Existe en todas las lenguas, (occidentales al menos) y en cada una con su peculiar forma: En español crítica; en italiano y portugués crítica, en francés critique, en inglés critics, en alemán kritik. Además, en cada una de ellas es utilizado tal nombre por gente de todos los niveles: el popular o llano, el culto o erudito, el científico o especializado; utilizándolo cada cual para sus menesteres expresivos.
Pero la existencia de tal nombre y su uso no son exclusivos de nuestros días. Veamos brevemente su origen y su existencia a lo largo de los siglos. Brevemente no quiere decir ‘de cualquier manera para escribir unas hojas por algún motivo ajeno a la verdad’ u otra cosa, sino de una forma clara, concreta, concisa, completa y verdadera, y además con método científico. Es fundamental precisar el significado de las palabras que se utilizan para evitar malentendidos: “interrupción voluntaria del embarazo" (y para más INRI legal), “residuo bio sanitario”, “planificación familiar” o “educación para la ciudadanía”... se habla de “punto crítico”, “edad crítica”, “juicio crítico”, “mirada crítica”… veamos el nacimiento del nombre de la criatura llamada Crítica.



A. Nacimiento del nombre

Crítica en ninguna de las lenguas actuales es de origen autóctono; ha sido importado o tomado de otra lengua. Procede concretamente del griego antiguo. En él ya existió la forma η κριτκή (la crítica). Esta forma es un adjetivo sustantivado, pues ha desaparecido de tal locución el sustantivo τέχνη, que ha pasado a ser implícito. La locución completa sería ή κριτική τέχνη que significa: ‘la (técnica) crítica’.
El adjetivo sustantivado η κριτικη es la forma femenina del adjetivo κριτικός. Este adjetivo se deriva del verbo κρίνω, que significa ‘juzgar, decidir’. Decidimos sobre algo precisamente cuando emitimos un juicio sobre ello. Por excelencia el que decide oficialmente es el juez en un juicio o pleito. Por eso significa ‘de carácter judicial’, ‘de condición decisiva’, ‘relativo o perteneciente al juicio’.
Un ejemplo actual de juicio crítico (opinión) es: “hay quien critica mucho, hay quien critica muy bien, y hay gente sabia”. Otro ejemplo de juicio crítico: “¿Qué vale más: un kilo de oro o uno de cobre?... Y, sin embargo, en muchos casos el cobre sirve más y mejor que el oro” (Surco, 286).


B) Historia del uso del nombre

En la Biblia (que no es la Palabra de Dios, sino el testimonio escrito e inspirado de la Revelación de Dios) se puede leer que “con el tiempo, más se aprecia al que critica que al que alaba” (Proverbios 28,23).

1) En el griego antiguo o clásico usaron el nombre κριτκή particularmente los gramáticos, para expresar una parte de la Gramática (crítica literaria). También lo usaron los filósofos, aunque de modo más restringido. Así Platón, en Política, 260, c 2d. Cf. 292b9. Y también lo usaron los médicos refiriéndose a “edad crítica” y “punto crítico”.

2) En latín clásico no se usó el nombre critica (en lat. no hay tilde), ni siquiera el adjetivo criticus. Los latinos usaron el nombre equivalente censura (del gr. κρίνω ‘segregar’, ‘separar’ > lat. censeo ‘pensar’), y también crisis y iudicium.
En Horacio encontremos el nombre “criticus” usado como sustantivo; y en Quintiliano el nombre “criticus” usado como adjetivo significando ‘censor’. Pero no fueron de mucho uso, sino palabras helenizantes extrañas.

3) Propiamente, cuando comenzó a ser una novedad en latín fue en los humanistas del siglo XVI. Los humanistas del Humanismo eran gente de letras. Los humanistas también eran gente muy aficionada a los libros latinos y griegos antiguos. Hacían gala de hablar griego y latín clásico o ciceroniano –no el latín medieval, al que aborrecían–. Es más, por su cuenta inventaban palabras latinas nuevas cuando era necesario. Entre ellas podemos decir que está la palabra crítica.
Apareció pues, usada tal palabra en primer lugar por gente culta. Como los humanistas eran profesionalmente o gramáticos o lógicos, fue en Gramática y en Lógica donde primero empezó a usarse el término “critica”.

4) Como en el siglo XVI se encontraban en un momento de maduración las lenguas vulgares (español, francés, italiano, inglés, portugués...) a últimos del siglo XVI y sobre todo a primeros del XVII descendió al plano del uso llano del lenguaje. A este paso contribuyeron nuestros culteranos, quienes usaron y abusaron del término. Góngora ya usa el adjetivo “crítico” en 1615. En particular pasa a usarse en Historia y biografías. A últimos del siglo XVII pasa a usarse en Filosofía propiamente tal.


5) Historia de la significación del nombre

El uso de un nombre lleva consigo alguna significación, como es natural, pues utiliza uno las palabras para expresar las vivencias que tiene en su interior (sentimientos, pensamientos, etc.).
Pueden distinguirse dos planos de significación: el llano o popular, y el culto o especializado (ya sea científico, artístico, o técnico). El significado de una palabra puede pertenecer a uno de estos dos planos. Si pertenece al primero, la palabra será popular y llana, corriente. Si al segundo, la palabra será científica o técnica. Una misma palabra puede tener diversas significaciones o acepciones, una/s perteneciente al plano llano y la/s otra/s al científico. Por lo que se refiere al término crítica aquí, tenemos lo siguiente:
- significación llana
- significación culta

1) Significación llana. En la antigüedad no llegó a tener, según parece, una significación llana; se mantuvo siempre en una acepción culta.
Cuando comenzó a tener una acepción llana fue en el siglo XVII, al aparecer su uso en las lenguas vulgares o populares. En este plano tuvo –y tiene desde entonces­– dos acepciones.
Unas veces equivale a enjuiciamiento o censura de las acciones ajenas; o sea, de la conducta o comportamiento de otras personas (tanto en lo malo como en lo bueno).
Otras veces equivale a murmuración, es decir, enjuiciamiento o censura hablada de los defectos de un/a ausente (por ejemplo Dolores Vázquez).
Suárez de Figueroa, en su Plaza Universal (1615), al hablar de la “crítica” de los humanistas, dice con ironía que muchas veces equivale a “murmuración”.
Baltasar Gracián, en El Criticón, critica o enjuicia la vida de entonces: instituciones, estados de vida, oficios, ciencias, artes, vida religiosa, política, filosofía, teología, etc. Y observamos las características de esta obra en relación con nuestro asunto: el título mismo es El Criticón; a los libros (o partes generales) de que consta, los llama “Críticos”; a los capítulos, los llama “Crisis”; a los dos personajes, “Andremio” (‘humano’, originario de ανήρ, ανδώσ) y “Critilo” (‘juicioso’); y lo que hacen es “criticar” o enjuiciar la vida humana.
A partir de esta época, las dos acepciones arriba apuntadas caminan del brazo, tendiendo a predominar la segunda, es decir, la de carácter peyorativo, como muy bien sabemos. Dice la Biblia que “el necio critica sin caridad” (Eclesiástico 18,18).
En nuestros días aparece la autocrítica, o sea, el examen de los defectos del propio comportamiento, sin aguardar a que otros lo examinen y nos lo echen en cara.
En nuestros días aparece la autocrítica, o sea, el examen de los defectos del propio comportamiento, sin aguardar a que otros lo examinen y nos lo echen en cara. Es claro que las instituciones son buenas cuando funcionan bien, pero esto no necesita demostración porque es evidente, y uno de los principios básicos para pensar bien es saber por qué la evidencia es indemostrable, lo cual no corresponde a este libro sino a otro mío. No critico, san Pablo me enseña: “¿Quién eres tú para criticar al servidor de otro?” (Romanos 14,4).

2) Significación culta. Aparte de la medicina, el término se usó en Gramática, Lógica, Historia, Arte y Filosofía.

a.- Crítica gramatical o filológica.
Los griegos, después de Dionisio de Tracia (el Rodio, al que se le ha atribuido la Tékhne Grammatiké ‘Arte Gramatical’) dividían la Gramática en seis partes generales: tres de las cuales venían a ser: la τηκνική (técnica, sincrónica), la ιστωρική (histórica o diacrónica), y la ή κιτική (crítica).
Los gramáticos latinos clásicos siguieron a los griegos muy de cerca, aunque haciendo las acomodaciones pertinentes que imponían las peculiaridades del latín.
Los humanistas de los siglos XVI y XVII siguieron a los gramáticos latinos, de los que se consideraron discípulos.
Suárez de Figueroa, en su Plaza Universal, explica cómo dividían la gramática general en: técnica o artificial, histórica (o narrativa, descriptiva), e idiotera o especial, que también llamaban crítica (crítica literaria).
Entre los Humanistas, pues, crítica venía a concretarse en crítica de libros. Con ellos comenzaron las llamadas ediciones críticas de los autores clásicos.

b.- Crítica lógica.
En los tratados de Lógica del siglo XVI, el nombre crítica pasa a significar: la parte de la Lógica que tiene por objeto el juicio (juicio = crisis).
Goclenius, en su Lexicon Philosophicum (1613) recoge esta acepción diciendo que “est pars Dialecticae de Iudicio, quiasi Iudiciaria”. Es llamada aquí, entre los lógicos, “Critica” (sin tilde) no porque enjuicie o decida, sino porque trata del juicio o decisión mental.
Esta acepción estará en uso en los escolásticos casi hasta nuestros días. Hay divisiones de la Lógica en tres partes: aprehensiva, iudicativa (crítica) y rationalis.

c.- Crítica histórica.
A últimos del siglo XVII el término crítica se comenzó a emplear en Historia, tomando la acepción de enjuiciamiento o valoración de las narraciones históricas; o sea, de la veracidad de los relatos acerca del pasado.
No se trata, como en los humanistas, de si tal autor dijo o no dijo tal cosa; sino de que si lo que dijo es aceptable o no, de si ocurrió en realidad lo que narra o dice haber ocurrido; (nótese la trascendencia).
Esta acepción de crítica podemos decir que comienza con Pierre Bayle, quien tiene, entre otras obras, un Dictionaire historique et critique (1695-1697).

d.- Crítica filológica.
También a últimos del siglo XVII y principios del XVIII se emplea el término en la acepción de enjuiciamiento o valoración de las bellezas de las obras de Arte (estética), en particular las literarias (crítica de libros). Así, Pope tiene una obra de crítica literaria que titula: Essay of Criticism (1711). “Criticism”, en inglés, no se traduce por “criticismo” sino por “Crítica”.

e.- Crítica filosófica.
A finales del siglo XVII pasa también el término crítica al campo de la Filosofía. Pero dentro de la Filosofía cabe distinguir a su vez varias etapas:

1ª) A últimos del siglo XVIII se usa para significar enjuiciamiento de los modos concretos de pensar ajenos, incompatibles con el propio, es decir, de Sistemas.
Para entender esto, conviene tener en cuenta que, a mediados del siglo, se había comenzado a hablar de “Sistemas” para expresar el conjunto estructurado de ideas acerca de un tema filosófico particular, o acerca de la Filosofía entera.
Por esto, “Crítica”, en boca de un filósofo, vino a significar refutación de tal o cual sistema de otro. Por ello, en esta época, y en el campo de la Filosofía, el término “Critica”, significaba “Crítica de sistemas” (crítica de los sistemas de otros).

2ª) A mediados del siglo XVIII se amplió la significación del término. Los filósofos “ilustrados” de entonces no tenían sistema propio alguno. Rechazaban todo sistema. Por eso, el término “Crítica” pasa a significar “Critica de los sistemas”, es decir, de todos los Sistemas dados o existentes.
En algunos autores, que no sólo rechazaban todo sistema dado sino que pensaban que era un despropósito el intentar siquiera constituir sistema alguno, viene a significar rechazo de todo sistema existente o posible, es decir, Crítica del sitematismo. Así Voltaire, Hume, Condillac, etc.
Saber con Sistema es distinto de saber enciclopédico. Quien tiene saber enciclopédico cuando necesita saber algo va a consultarlo a la enciclopedia, y quien tiene saber con Sistema es sabio, tiene sabiduría (del lat. sapere, 'saborear'). Hay personas que no saben leer ni escribir pero son sabias, tienen sabiduría. La Virgen María es la mujer más sabia (esto no es una opinión, sino una verdad cierta).

3ª) Hacia finales del siglo XVIII se inicia con Manuel Kant la tercera etapa. Este autor, con quien radicalmente no estoy de acuerdo desde su punto de partida, escribió, entre otros, tres libros capitales: Crítica de la razón pura (1781) Crítica de la razón práctica (1788) y Crítica del juicio (1790). El más famoso de los tres es el primero, y en el prefacio aclara algo que nos interesa mucho para centrarnos bien: Con el título de este libro –dice– “no entiendo una crítica de libros y de sistemas, sino de la propia facultad de la razón en general, considerada en todos los conocimientos que puede alcanzar sin valerse de la experiencia, de lo cual ha de resultar la posibilidad o imposibilidad de una Metafísica, la determinación de sus fuentes, su extensión y sus limites, y siempre según principios”.
No es, pues, una Crítica de libros ni una Crítica de Sistemas. Y, con lo dicho anteriormente, ya sabemos lo que quiere decir Kant con esto.
Mas, por otra parte, tampoco es una crítica de la información que tenemos en nuestro conocimiento sin más, es decir, de todo tipo de conocimiento que tenemos sobre algo o alguien (que es lo que me propongo en este libro), sino un examen riguroso de “todos los conocimientos que puede alcanzar (la razón) sin valerse de la experiencia”. Solamente de éstos intenta tratar Kant en su obra famosa; aunque, de hecho, también examina e interpreta los conocimientos experimentales.
Kant asegura expresamente que su libro expone una nueva ciencia, que él inaugura: la “Crítica” (filosófica). Su lugar, dentro del cuadro de ciencias filosóficas, está después de la Lógica y antes de cualquier otra parte de la Filosofía. Este es el primer momento en que aparece en la historia la palabra “Crítica” significando una ciencia filosófica.
Antes de Kant ya hubo autores que defendieron doctrinas de carácter crítico, y podíamos decir que integran la pre-historia o preparación de la ciencia crítica. Aparte de los capítulos de esta materia que aparecen en la Metafísica de Aristóteles, podemos citar como autores principales: Descartes, Spinoza, Locke, Hume y Lambert (amigo de Kant).
Respecto a la palabra sistema, nació en el siglo XVII en Filosofía. En cierto sentido el primero que tuvo sistema fue Descartes (mediado el siglo XVII), y Platón, Aristóteles, Santo Tomás no tienen sistemas (análogamente sistema de astros es el geométrico del empirista Ptolomeo –con su sistema no pretendía descubrir la realidad, sólo un método de cálculo– o el heliocéntrico de Copérnico). Pero en sentido estricto precisaré esto mejor, porque de hecho quienes mejor pensaron con un pensamiento sistemático construyeron un sistema de pensamiento, que parte de lo más fundamental, y esos son unos pocos filósofos.
En esa época en general hay un esfuerzo de sistematización en las ciencias, otro ejemplos los hay también en las ciencias de la naturaleza, como en los intentos de clasificación de las plantas.
Esta crítica del espejo que es el hecho de la información que hay en nuestro conocimiento pretende ser sencillamente divulgativa pero sin dejar de ser sistemática.


Con esto tenemos suficiente, acerca del nacimiento del nombre, para nuestro propósito.
En una ocasión alguien interpretaba que lo más importante es lo que se calla; pero no estoy de acuerdo. Dios calla: “Iesus autem tacebat”, Jesús callaba (Mateo 26,63). Quien calla no necesariamente otorga. (Toda la Sagrada Escritura tiene unidad, armonía, coherencia, luz y verdad interna).
“Y la decisión de no entristecernos nunca, si nuestra conducta recta es mal entendida por otros; si el bien que —con la ayuda continua del Señor— procuramos realizar, es interpretado torcidamente, atribuyéndonos, a través de un ilícito proceso a las intenciones, designios de mal, conducta dolosa y simuladora. Perdonemos siempre, con la sonrisa en los labios. Hablemos claramente, sin rencor, cuando pensemos en conciencia que debemos hablar. Y dejemos todo en las manos de Nuestro Padre Dios, con un divino silencio —Iesus autem tacebat, Jesús callaba—, si se trata de ataques personales, por brutales e indecorosos que sean. Preocupémonos sólo de hacer buenas obras, que El se encargará de que brillen delante de los hombres” (El respeto cristiano a la persona y a su libertad , 72).El siguiente paso es definir cuál es la noción (‘idea, conocimiento, concepto que se tiene de algo’) del asunto sobre el que trata este libro.

–Y “al ver esto comenzaron todos a criticar a Jesús” (Lucas 19,7).


II. Noción
A. Otras diversas denominaciones parecidas

Conviene advertir que, a la crítica del conocer o del conocimiento en general se la ha llamado también con otros nombres después de Kant. Ello depende de los diversos autores o escuelas filosóficas. Se pueden reducir a los siguientes (diferentes):
1. Gnoseología. Esta denominación es demasiado amplia. Literalmente significa: ‘tratado del conocimiento’; pero resulta que también la Lógica y la Psicología tratan del conocimiento.
2. Teoría del conocimiento. También demasiado amplia. La Lógica y la Psicología también teorizan sobre el conocimiento.
3. Noética. Es una denominación demasiado estrecha. Se limita exclusivamente al conocimiento intelectual (de nous, ‘intelecto’, ‘razón’). Y mi Crítica no sólo trata del conocimiento intelectual, sino también del conocimiento sensitivo, del conocimiento intelectivo y del conocimiento imaginativo.
4. Ideología. También demasiado estrecho. Mi Crítica no sólo trata de las ideas, sino de las imágenes que tenemos dentro y de las impresiones sensoriales.
5. Criteriología. También demasiado estrecha. Mi Crítica no solamente trata de los criterios, ni principalmente, sino de los conocimientos.
6. Epistemología. Demasiado estrecha. Literalmente significa: tratado de la ciencia o conocimiento científico. Pero mi Crítica no trata sólo del conocimiento científico, sino también del no científico.
7. Teoría de la ciencia. Es sinónimo de la denominación anterior y vale lo dicho ahí.
La mía pretende ser una teoría, una teoría crítica sobre el asunto.

B. Otras ciencias parecidas

Puesto que tratamos de verdad de ir al fondo de las cosas, necesariamente tenemos que pensar las cosas verdaderamente a fondo, y como esto es lo que hacen los filósofos, se deduce que tenemos que situarnos en el terreno de la Filosofía, pero fácilmente. Se trata ahora de comparar la crítica del conocimiento, no con todas las demás ciencias, y ni siquiera sólo con todas las filosóficas, sino con las filosóficas más próximas a ella, con las que hay peligro de confundirla. Concretamente, las más próximas a ella son las que también tratan del conocimiento.

1) Crítica y Psicología
Parte de la Psicología trata del conocimiento. No obstante, lo estudia como realidad psíquica. O sea, como un acto que fluye de un sujeto (tú, yo, otros), pero un acto distinto de actos de otro tipo, como son el amor, la paciencia, el querer, etc.
Esta Crítica, sin embargo, estudia el conocimiento principalmente como una realidad interna a nosotros mismos que tiene que ver con un objeto que nos presenta.

2) Crítica y Lógica
La Lógica formal sólo estudia el conocimiento intelectual. Y, de éste, principalmente, las funciones discursivas o de inferencia; es decir, la tercera operación de la mente: el raciocinio.
Al decir esto de la Lógica, me refiero a la Lógica formal o propiamente tal. La llamada tradicionalmente Lógica material (que, en quienes la utilizan, sería como una sustitución de la ciencia del conocimiento) no tiene una estructura orgánica; es un cajón de sastre y un depósito de retazos heterogéneos. En el mejor de los casos, un cajón de sastre ordenado en lo posible, un conjunto de retazos puestos en un cierto orden expositivo.
En esta Crítica, sin embargo, no sólo estudiaremos nuestro conocimiento intelectual, sino también el imaginativo y el sensorial, si se puede hablar así. Con esto ya tenemos una primera diferencia. Pero hay otras.
La Lógica estudia el conocimiento (intelectual) en sí mismo, es decir, como un objeto que se nos da al mirar hacia dentro de nuestro interior.
En esta Crítica, sin embargo, lo estudiamos no en sí mismo, sino en relación con el objeto que en el mismo conocimiento, y gracias a él, parece dársenos. Así, mediante el conocimiento de la persona que tengo delante, no me da esa persona que tengo delante; ahora bien, la persona que tengo delante no es el conocimiento mediante el cual se me da ella.
La Lógica, partiendo de que tenemos ideas y capacidad de observarlas con solo mirar hacia dentro de nosotros mismos, ofrece normas y reglas de la ordenación correcta de las mismas.
Con esta Crítica, partiendo de que las mismas ideas suelen pretender exponer cosas, trato de estudiar y ofrecer las normas para saber si, cuándo y cómo o en qué condiciones expresan cosas efectivamente.








Francisco Javier Cervigon Ruckauer